lunes, 1 de septiembre de 2008

Síndrome posvacacional



1 de septiembre. Día del Trabajo en Estados Unidos donde, por cierto, es festivo, es el día en que muchos españoles regresamos a nuestro puesto de trabajo. Las calles semivacías de coches durante el mes de agosto se han llenado de colas esta mañana, junto con los últimos "retoques" de las obras de rigor.

Para colmo, el mes empieza en lunes y queda toda una laaargaaa semaaaaana hasta que llegue el corto "finde". Se habla del síndrome posvacacional cuando, realmente, es sólo que nos cuesta reincorporarnos a la rutina laboral después de haber estado un mes (bueno, vale, sólo algunos afortunados) sin dar un palo al agua.

Psicólogos y psiquiatras no se ponen de acuerdo. Los primeros dicen que este síndrome afecta a uno de cada tres trabajadores; los segundos, que es sólo un desajuste en los hábitos.

Supongamos que no te gusta tu trabajo. O no te gusta o no te llena profesionalmente. Termina julio y sólo sueñas con las vacaciones, el fin del estrés; unos días para disfrutar de la vida que, casi sin darte cuenta, terminan como han empezado. Durante unos días has hecho lo que has querido. Te has levantado a las tantas, has comido cuando te ha apetecido, has hecho una siesta más larga que lo que duermes de noche en un día normal, has cenado en cualquier sitio y a cualquier hora y te has acostado... entre las 2 y las 3, cuando ha terminado la película de la tele y la otra del dvd.

Pero eso, no era tu "vida normal". De pronto, termina la buena vida. Vuelta a madrugar, pelearte con los demás conductores, intentar no llegar tarde, comer en una hora, pasarte el día colgado al teléfono y frente al ordenador y salir a las tantas. Llegar a casa, cenar y acostarse, que mañana hay que madrugar. Pero estate tranquilo: en un par de semanas ya ni te acordarás y tu cuerpo se habituará a la rutina. Ni te darás cuenta que ya será Navidad (porque este año no hay puentes).

En una sociedad enfocada hacia el ocio cuesta volver a la rutina cuando has tenido demasiado tiempo libre. Y creo que ahí está el problema. Para muchos, vacaciones significa descansar y no hacer nada. Para mí, y seguro que hay más gente como yo, sirven para hacer cosas que no tienes tiempo de hacer durante el año. Es una época ideal para empezar a dedicarle tiempo a un hobby o para organizar una serie de tareas que te puedan "facilitar la vida" el resto del año.

De acuerdo que en vacaciones no perdono las tostadas con mantequilla y mermelada de moras, pero tampoco las baso en "no hacer nada y descansar":

- El último día de trabajo, dejo la mesa perfectamente ordenada y limpia. Odio volver y encontrarme una montaña de papeles.

- Intento, aunque este año no he podido, empezar a trabajar en miércoles: así la semana no se hace tan pesada.

- No hago el mes entero: guardo unos días para Navidad.

- Intento pasar gran parte del día en la calle, sobre todo paseando.

- Si salgo fuera, lo hago en mitad de las vacaciones: descanso unos días en mi ciudad y tengo unos días más al final (más que nada por no volver con maletas llenas de ropa sucia y tener que ir a trabajar al día siguiente).

- Propongo una organización para el año siguiente: de acuerdo que no siempre se cumple en su totalidad, pero en verano tengo más tiempo para pensar en cómo aprovechar el tiempo en invierno.

- Habitualmente, paso las horas de sol (bueno, las de la siesta) haciendo puzzles. Sí, sí, esos de muchas piezas. Me relaja, y lo sigo haciendo durante unos meses más.

De acuerdo que enfrentarse de nuevo a la rutina cuesta, pero es nuestra rutina (¡y suerte que la tenemos!). Seguro que en esta lista, que hace años que cumplo, le falta algún detalle que no se me había ocurrido y que podré poner en práctica el año que viene (bueno, entre Navidad y Reyes). ¿Añades tus "trucos"?

Archivado en: Trabajar de vez en cuando y Salud y Bienestar

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