Cuando vamos de viaje siempre compramos algún recuerdo. Material fungible, como una botella de vino, o queso o embutido típicos del lugar, o algo no tan perecedero, como una camiseta, un imán para la nevera o una figurita para colocar sobre el televisor.
El centro Disseny Hub Barcelona del Instituto de Cultura inicia mañana una exposición sobre objetos que son icono de cada lugar y que generan el imaginario colectivo de los turistas. Bajo el título "Efecto souvenir. Fetiches de viaje. Más allá de los tópicos", recoge los souvenires más extendidos, los más kitsch, los más horteras...
La muestra, que se podrá visitar hasta el próximo 13 de diciembre, pretende hacer pensar sobre el efecto del souvenir para crear el deseo de viaje, su protagonismo en la construcción de la experiencia del viaje y su función como recuerdo de la experiencia vivida, de carácter excepcional y fuera de la rutina.
En la sección "La vuelta al mundo a través de los museos", se coleccionan los objetos más horteras y los más sofisticados de cada ciudad. Entre ellos, un rallador con forma de la Torre Eiffel, un disco con los sonidos de Londres, el gato de la suerte chino, banderas budistas, una figura de Van Gogh convertido en un muñeco Action Man y la Moreneta sosteniendo a Copito de Nieve a modo de Niño Jesús.
Ya sea por fetichismo o por nostalgia, el souvenir es la pieza clave de la experiencia vivida del viaje. Y, evidentemente, dice más de quien lo compra que de la ciudad a la que representa.
Visto en: La Vanguardia
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miércoles, 15 de julio de 2009
Efecto souvenir
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