Cuando tienes marcada una rutina que pasa por leer y contestar el correo, leer los periódicos, postear en el blog, jugar las partidas pendientes al Yacado y al Binbango, desayunar, y ponerte a trabajar hasta la hora de comer y se te cae internet, te acuerdas de toda la familia del teleoperador que te atiende y te dice que no tardará mucho, que es una avería general en tu zona, y que te mandarán un mensaje al móvil cuando se solucione.
A mí me pasó eso ayer y, como no podía hacer nada, me dediqué a poner lavadoras, planchar, limpiar el polvo, cocinar para un par de días... En fin, todo lo que me molesta de las tareas de la casa.
Lo peor fue cuando, ya a las dos de la tarde, internet seguía sin funcionar. "Ui, pero si la avería hace horas que está solucionada. ¿Ha intentado reiniciar el equipo? ¿Y el router?" ¡Como unas veinte veces! Reinicié el ordenador, apagué y encendí el router, reinicié el ordenador... Vamos, como Enjuto Mojamuto en el peor día de su vida.
Después de pelearme mucho, conseguí que me mandaran un técnico a la hora de cenar (pretendían venir al día siguiente). El chico cambió el aparatejo que, por antiguo, no se había vuelto a poner en marcha después de solucionarse la avería. Y ya está: aquí no ha pasado nada.
En definitiva, me desahogué a gusto con la pava que me dijo que reiniciara el ordenador, tengo la casa como los chorros del oro y me va a tocar trabajar el sábado y el domingo para recuperar el día perdido. Un cachondeo.
Por cierto, el mensaje en el móvil lo he recibido esta tarde. Que perdone las molestias pero el servicio ya ha sido restablecido. Sin comentarios.
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viernes, 24 de julio de 2009
Un día sin internet
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