El precio de la vivienda

Adquirir un piso de propiedad en España es, hoy en día, un lujazo. Los bancos no dan créditos hipotecarios a cualquiera... a cualquiera que no tenga un supersueldo. Y sino, que se lo digan a Esteve Ripoll, a quien le tocó un piso de protección oficial en Barcelona al que ha tenido que renunciar por falta de financiación. El núcleo familiar de Ripoll, más allá de ser mileurista, ingresaba 3.000 euros mensuales y tenía otros 40.000 ahorrados. Y la opción de Ripoll, la de buscar un piso de protección oficial, era una de las pocas válidas en Barcelona, una ciudad en la que los precios de los pisos no bajan.

Esos pisos de protección oficial que los ayuntamientos ponen a la venta son escasos o están a unos precios inalcanzables en algunas zonas, sobre todo en las grandes ciudades. En otras, en cambio, sobran en todas las promociones porque los jóvenes dicen que no es "cool" no poderse pagar una casa.

En España hay 1,5 millones de pisos nuevos sin vender. En Irlanda, un país en el que la situación era parecida a la española hace unos años, ahora sólo hay 50.000, pues los días de euforia constructiva sirvieron para invertir en los sectores farmacéutico e informático.

En Alemania, el polo opuesto, la mayoría de la gente vive de alquiler, y los propietarios desgravan grandes cantidades por las reformas hechas en los inmuebles. Aquí en España, para que el propietario te modernice la instalación eléctrica tiene que suceder antes un accidente. Y luego, cuando haya terminado la obra, te repercutirá su gasto en el pago mensual.

Mientras España es el país en el que más se ha notado el parón de la construcción y el que, probablemente, más va a acusar esta crisis, la 'crisis ninja' o de las "subprimes", muchos españoles seguimos soñando e invertimos, cada semana, una pequeña cantidad en la lotería. Aunque estas pequeñas cantidades van en aumento, pues el gasto en apuestas ha crecido un 300 % más en internet que en las administraciones tradicionales.

Esta noche hay sorteo del Euromillones. Vamos a intentarlo... otra vez.

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